Maya: Mi primera sesión con mi Amo, el Profesor Domine

Después de haber estado un tiempo hablando sobre nuestras preferencias y nuestros gustos, hoy el Profesor Domine me ha dado la oportunidad de intentar convertirme en su nueva sumisa. Hemos tenido una “sesión a ciegas”, que era una de mis fantasías. Él ya había cumplido esa fantasía con varias sumisas, así que sus indicaciones fueron precisas y tranquilizadoras.

A la hora en punto, según sus instrucciones, estaba yo esperando en la puerta del Hotel, no sé si más nerviosa o más excitada, con mis dos coletas y sin maquillaje, como él quería, cuando recibí su llamada. Fue guiándome por el edificio hasta llegar a la puerta entreabierta de la habitación y cuando tuve su permiso entré, con un pañuelo en la mano con el que iba a taparme los ojos.

Una vez dentro de la habitación el Profesor me recibió a oscuras y desnudo, cogió el pañuelo de mi mano, me lo puso a modo de venda, encendió alguna luz y empezó el juego.

Primero habló conmigo, me tranquilizó, mientras me iba desnudando y acariciando. Lo primero que hizo conmigo fue pellizcarme los pezones, cada vez con más intensidad, mientras mi respiración se iba acelerando por la excitación. Me dio unos cuantos azotes en el culo, fuertes pero no insoportables en ningún momento, hasta que notó que la piel se ponía roja. Luego me ató las manos a la espalda, hizo que me pusiera de rodillas y que le lamiera un ratito los huevos, como a él le gusta. Lo hice lo mejor que sé, lamiendo, succionando, presionándolos y jugando con todo lo que tenía a mi alcance con ellos. Al Profesor Domine le gustó cómo lo hacía, me felicitó diciéndome que soy una buena perra.

A continuación me ayudó a levantarme e hizo que me reclinase sobre unas almohadas en el colchón. A esas alturas yo ya estaba cachonda perdida y creo que se notaba. Mi Domine cogió un plug anal pequeñito y un consolador, me puso crema, me metió el plug en el culo y el consolador en el coño. Al oír mis gemidos de placer, mi domine me preguntaba “¿Qué te pasa, maya?” y yo no podía sino contestar “Que me gusta mucho, mi Domine”. Movía ambos de tal manera que en un momento casi llego al orgasmo, pero mi Domine me dijo que aún no había llegado la hora, así que paró de mover el consolador y se centró únicamente en mi culo, jugando con el plug metiéndolo y sacándolo...


Hasta que en un determinado momento el mini-plug decidió esconderse él solito completamente dentro de mi culo. Costó un poquito pero conseguimos sacarlo, lo retiramos y mi Domine decidió olvidarse de él de ahora en adelante. “Esto es muy pequeño, tú necesitas algo más grande en tu culo, maya” susurró a mi oído. Por ese motivo, hizo que le volviera a lamer los huevos, le había gustado cómo lo hacía, y me metió su polla en la boca bien hasta el fondo, cortando mi respiración, hasta que volvió a tenerla bien dura. Me encantó sentir el sabor y la dureza de la polla de mi Domine en la garganta aún sin verla.

Entonces, sin sacar el consolador de mi coño, mi Domine me sodomizó, mientras me decía que le parecía muy mal que nadie me hubiera follado los dos agujeritos al mismo tiempo. Oír su voz y sentir su miembro hundiéndose en mí hizo que volviera a estar a punto de correrme, y así se lo dije a mi Domine.

- “¡Córrete, puta, vamos, córrete ahora!” y lo hice, con las manos atadas, los ojos vendados, el consolador metido en mi coño y con mi Domine penetrándome el culo bien fuerte.

- "Mírala, mira cómo mueve el culo la puta" –y oír esas palabras hizo que me corriera con más intensidad si cabe-. "Ahora me toca a mí, ¿dónde quieres que me corra, maya?" –preguntó mi Domine de forma generosa.
- "En toda mi puta cara, mi Domine".

Él se colocó frente a mí y yo volví a chupar y degustar, hasta que el Profesor me dio la orden:
- "No te tragues mi leche hasta que yo te lo diga, quiero verla en tu boca antes de que te la tragues".

Y entonces se corrió, dentro de mi boca, mientras yo lamía, apretaba los labios y movía la lengua. Cuando acabó, hizo que abriera bien la boca para mostrarle mi premio reposando sobre la lengua y me dio permiso para tragar. Así lo hice y me tuve que relamer de gusto.

Afortunadamente, aún teníamos algo de tiempo, así que mi Domine me soltó las manos y me guió hasta colocarme de pie frente a él, colocando mis manos sobre sus huevos y su polla. Mientras me iba hablando, diciéndome que le había gustado lo buena puta que soy, que tengo que aprender a tener más cuidado con mis dientes pero que la mamo muy bien, que tengo que conseguir un plug más grande para mi culito... mientras tanto yo iba acariciándolo, sintiendo cómo se iba poniendo cada vez más duro entre mis manos. Me encantó sentir así a mi Domine.

Entonces me llevó de nuevo a la cama, hizo que me colocara tumbada bocarriba con la cabeza fuera del colchón y acercó su culito hasta mi boca. Yo alargué la lengua, y lo lamí, rodeándolo con la punta de la lengua, dando toquecitos. Su voz susurrada diciéndome “Así, sigue así” me decía que lo estaba haciendo como mi Domine deseaba, y eso me animaba más aún. Seguí con sus huevos, metiéndolos completamente dentro de la boca y jugando con ellos sobre mi lengua. Y finalmente mi Domine me folló otro ratito la boca, provocándome nauseas y lágrimas que empapaban un poquito el pañuelo de mis ojos.

Finalmente, mi Domine tuvo la generosidad de decidir follarse el único de mis agujeros que le quedaba por probar. Me puso de pie, hizo que me inclinase sobre el colchón y me folló el coño, empapado y resbaladizo, cogiéndome del cabello por las coletas a modo de riendas, tensando mi cuerpo, hasta que volví a correrme.

Después de eso, mi Domine siguió follándome e hizo que le volviera a comer la polla, pero por más que lo intenté, no conseguí provocar un nuevo orgasmo del Profesor. Lo lamento profundamente.

Había llegado la hora de despedirnos, así que, siguiendo sus instrucciones, una vez él se metió en el baño, yo me quité la venda de los ojos, me vestí, recogí mis cosas y me marché. Salí de aquella habitación sin haber visto al hombre que me había follado y sodomizado, que me había hecho comerle el culo y los huevos y se había corrido en mi boca. Por eso, ahora, veo a mi Domine en cada desconocido que me cruzo por la calle, en cada hombre que me dirige la mirada. Es una sensación maravillosa, mi Domine, y le doy mil veces las gracias por ella.

Maya.

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