Siempre me ha gustado mi vecinita, me da mucho morbo. Apenas
ronda los 20 añitos y tiene cara de buena niña, de esas que nunca han roto un
plato, y de las que se asustaría si supiera a que se dedica su vecino. Cuando
nos cruzamos en la calle, no pasamos nunca de un simple saludo y una sonrisa,
pero siempre me quedo con la sensación de que ella me mira con curiosidad, como
si pensara cosas raras de mí.
Ella vive en la casa de enfrente, con sus papaítos, y la
ventana de su cuarto queda justo enfrente de la de mi habitación, de manera que
alguna vez la he pillado mirando por la ventana, como si intentara adivinar a
que me dedico. Sé que me ha visto llegar con varias mujeres y seguramente se
imagine algo. Ya se sabe que la imaginación de una veinteañera es infinita.
Aquel día dio la casualidad que llegamos a la vez a casa. Yo
llegaba bien vestido, con mi traje impoluto, y acompañado de mi sumisa, vestida
provocativamente como siempre. Aquel día había preparado una sesión con
ella, quería azotarla, masturbarla y sodomizarla. Enseguida noté como mi vecinita
se fijaba en mi sumisa. Quería saber quién era y qué hacía allí. No había
preparado aquel encuentro, pero tras saludarme como siempre, y mirarme a los
ojos, se me encendió una bombilla. Sabía que mi vecinita era demasiado
curiosa como para no espiar por la ventana, a ver si veía algo.
Al subir a mi habitación, observé como en la casa de al
lado, ella se había colocado rápidamente delante de su ventana. Al verme allí,
entrecerró sus cortinas dejando un espacio por donde mirar. Yo sabía que ella
estaba allí y ella quería que yo lo supiera, aunque nunca lo reconocería.
Al contrario que ella, yo abrí bien las cortinas, y encendí
las luces de mi habitación. Aquella tarde, mi vecinita curiosa iba a saber lo
que era el BDSM. Me dispuse a tener una sesión de sumisión al
completo con mi protegida, a la vista de mi joven y particular espía.
- 'Sumisa, desnúdate para tu amo'. Ni que decir tiene que mi
alumna había repetido aquel gesto 1000 veces y sabía lo que tenía que hacer.
Lentamente, fue quitándose la ropa, hasta quedar completamente desnuda delante mío.
No pude evitar pellizcarle los pezones, me gusta hacerlo. Les ordeno que me
miren a la cara, para ver la cara que ponen mientras les pellizco los pezones. Quiero
que sepan que son mías...
Suavemente bajé mi mano por su vientre hasta llegar a su
entrepierna, mojadita y caliente. Sin dejar de mirarla a los ojos, comencé a
acariciar su clítoris, a masturbarla. Su cara expresaba placer, no podía
remediarlo. Me desplacé hacia un lado suyo, de manera que podía acariciar su
coñito con una mano, y su culito con la otra... puse un poco de crema en mi
mano, y comencé a explorar el ano de mi sumisa mientras continuaba mi trabajo
con la otra. No pude evitar acabar metiendo los deditos en los agujeritos,
penetrando con mis manos los dos orificios de mi compañera de juegos, y
sintiendo como gemía.
Justo enfrente mío, tenía la ventana de mi cuarto, abierta
completamente, e imaginaba la visión que tendría mi joven curiosa desde la otra
casa. Mi sumisa desnuda, completamente, disfrutando, y yo vestido, elegante,
masturbando el chochito y el culito de mi sumisa a la vez. Pude observar que la
cortina se había abierto un pelín más, para así tener un campo de visión más
claro. Le gustaba lo que veía.
- 'Zasss', primer azote en el culo.
- 'Zasss', segundo azote, sin dejar de acariciar su coñito
excitado. Los gemidos de mi protegida se intensificaban, y el leve dolor por
los azotes se convertía en placer, intensificando la masturbación.
- 'Ponte a 4 patitas, perrita mía'.
Mi sumisa se colocó en esa posición, rápidamente, y la
corregí para que su cuerpo quedara en paralelo a la ventana y mi nueva amiguita
pudiera ver el espectáculo al completo. Para acabar de facilitar la visión, me
dirigí un momento a la ventana, y mirando a mi vecinita, le hice un gesto con
las manos, para que apartara las cortinas y pudiera ver. Yo sabía que ella
estaba mirando, y ella sabía que yo lo sabía. Segundos después se abrió la
cortina, y pude ver su carita a través de la ventana.
Me dirigí a la parte trasera de mi esclava, y tras agarrar
un par de consoladores y dos pinzas, me propuse a continuar con el espectáculo.
- 'Zasss', tercer azote...
- 'Zasss', cuarto. Tras acariciar un poquito los pezones de
mi sumisa, y notar que estaban completamente duros, coloqué una pinza en cada
uno de ellos, para generar así un poquito de dolor. Seguidamente, volví a
centrarme en la parte trasera, donde introduje un plug anal en el culito de mi
sumisa. Me encanta oír los gemidos que emite cuando penetro su ano con ese
juguetito. Tras jugar un par de minutos con el plug, agarré el vibrador que
tengo y lo introduje hasta el fondo en la vagina de mi protegida, que chilló de
placer.
No pude evitar volver a mirar a la casa de enfrente para
comprobar cómo mi vecina ya no tenía ningún reparo en mostrar como disfrutaba
del espectáculo. Nuestras miradas se cruzaron, y le lancé una sonrisa picara...
Comencé una coreografía que ya he hecho mil veces, cada vez más
intensa, buscando que mi sumisa sufriera y se corriera. Saco y muevo el
consolador, con insistencia, con fuerza. Azoto su culo cada X tiempo, alternándolo
con alguna caricia. Acaricio igualmente sus pezones e intensifico la presión
sobre ellos durante unos segundos. Muevo el plug anal de su culito, sacándolo y
volviéndolo a meter de manera más brusca que al inicio. Todo ello, con la idea
de volver loca a mi alumna, y alargar así su orgasmo, para que sufra y
conseguir que cuando se corra sea más intenso.
Como era de esperar, mi compañera de juegos no aguantó más y
acabó corriéndose, en lo que parecía una explosión de placer. Estaba sudando, y
su cara denotaba la mezcla de dolor y placer que había sufrido. Sin dejar que
descansara, la obligué a arrodillarse ante mí.
- 'Mi niña, ahora arrodíllate ante tu Domine. Sé que te ha
gustado, y que lo has disfrutado, pero ahora debes ser una buena niña y tomarte
tu leche. Ya sabes cómo le gusta a tu amo que le chupes la polla.".
Tras asentir con la cabeza, mi sumisa se levantó, y con
cuidado fue desnudándome hasta quedar completamente desnudo. Una vez sin ropa,
se arrodilló ante su Domine otra vez, de manera que su cabeza quedara a la
altura de mi polla, ya completamente tiesa. Tras ordenarle que pusiera sus
manos detrás de la espalda, agarré su cabeza, y tras acariciarla unos segundos,
la dirigí hacia mis huevos. Me gusta levantar mi polla para que mis alumnas
puedan chuparme los huevos libremente.
Succionó cada una de mis pelotas con cuidado, primero una,
luego la otra, pasando su lengua por la bolsa, y provocando que mi polla se
pusiera aun más dura. Yo marcaba el ritmo, conduciendo con mis manos su cabeza,
y la intensidad, apretando más o menos, dependiendo de lo que yo quería. Cada X
tiempo, me ponía de puntillas, y abría un poco las piernas, mientras dirigía su
cabeza y su lengua camino de la raja de mi culo. Me gusta hundir su cabeza
justo ahí, entre mis piernas.
Justo en ese momento, giré la cabeza un momento, para ver
como lo estaba pasando mi voyeur favorita, y allí pude verla, concentrada
observando el juego, y excitada viendo como usaba a aquella mujer que antes había
visto en la calle. Nuestras miradas se cruzaron, nos miramos, y justo en ese
momento, mientras ella me miraba a los ojos, agarré la cabeza de mi sumisa y la
dirigí directamente a la punta de mi polla, introduciéndola completamente en su
boca, hasta la garganta. Aquel gesto tenía un significado. Quería decirle a
aquella chica que aunque no fuera ella la que estaba allí, se lo dedicaba
completamente, y que si se portaba bien, ella podría ser la siguiente.
Mi alumna sufrió una arcada, fruto de la entrada brusca de
mi miembro en su boca, pero con su experiencia, rápidamente recuperó la
compostura y comenzó a chupar mi polla. La saqué de su boca, bien ensalivada, y
le obligué a comerme la base de mi polla, con ganas, repasando el tronco entero
de mi pene, hasta llegar a la punta del capullo. Estaba a punto de correrme,
pero a diferencia de otros días, no quería correrme en la boca de mi protegida.
Quería correrme fuera, en su cara, como final perfecto para el espectáculo.
- 'Ahora, perrita, vas a agarrar mis pelotas con una mano, y
las vas a masajear. Vas a agarrar mi polla con la otra, y la vas a masajear, y
vas a sacar la lengua, para pasarla suavemente por el glande, describiendo un
círculo alrededor de mi capullo. Y lo vas a hacer hasta que me corra. Pero esta
vez, en lugar de tragarte mi leche, vas a permitir que caiga en tu carita.'.
Así lo hizo, obediente. Le solté la cabeza, y con una mano
agarró mis pelotas mientras con la otra agarraba firmemente el miembro. Y con
la lengua, en movimientos circulares, comenzó a excitar mi glande hasta hacerme
llegar al orgasmo, y permitir que mi leche inundara su carita, sus ojos, su
nariz, la barbilla...
No pude evitar volver a mirar a través de la ventana, la
cara de excitación y de sorpresa de mi vecinita. Ni pude evitar enviarle un
beso, haciéndole saber que aquella sesión se la dedicaba a ella.
Posteriormente, vendrían otras sesiones, pero eso ya es otra historia.
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